domingo, 25 de septiembre de 2011

a modo de anécdota


Érase una vez que se era que cuentan, y uno creería que fue en tiempos de Maricastaña, pero fue el pasado miércoles. Érase una vez, digo, tres compañeros de nuestro IES Joaquín Rodrigo que iban de camino de una concentración ante la Asamblea de Madrid. De modo que tomaron un coche y aparcaron en Vallecas, donde los hados les dejaron un sitio; y quiso la suerte que ese sitio estuviera en la misma acera de la dicha Asamblea, mas unos 300 metros más arriba. Dejado el coche, nuestros tres andantes profesores pusieron rumbo tranquilo y hete aquí que fueron llegados ante la misma puerta de la Asamblea sin que nadie se interpusiera en su camino, el cual siguieron hasta el semáforo que les conduciría al encuentro de sus compañeros de fatigas. Menos querrían que fueran y, por ello, al verse al otro lado de la calzada, mientras esperaban poder cruzarla, con los brazos en alto se saludaron. Pecado fue este en sumo grado y que provocó las iras de dos gigantones de azul que a nuestros compañeros se acercaron y muy amablemente les dijeron:

  Buenos días. Documentación, por favor.
Con las mismas, una de nuestras compañeras dijo:
  ¿Serían tan amables de explicarnos por qué?
Cuál no será vuestra sorpresa al saber que lo intentaron. Y cuánto sudor se habrían ahorrado de no pretender argumentar donde argumento no había.
  Están en la vía pública y yo tengo autoridad para identificarlos.
  Perdone, ¿identifica a todo el que pasa por aquí?
  Ustedes llevan camisetas verdes y consignas.
  ¿Y?
  Están concentrados.
  Gran multitud esta de tres.
  Pero la concentración es al otro lado.
  Justo donde pretendíamos cruzar.
  Pero no estaban cruzando.
  Porque el semáforo estaba en rojo.
El calor arreciaba, el seso de todos se secaba, de modo que vino un mando superior a imponer un poco de criterio:
  ¿Les importaría retirarse de aquí?
  ¿Por qué no nos dijeron eso al principio?
  Mis compañeros están autorizados a identificarlos si su actitud así lo requiere.
  ¿Me podría explicar cuál es la actitud que he presentado que les obligue a identificarme? Sobre todo para no cometer el mismo error.
  ¿Usted sabe qué es esto? —cambió de tema señalando a la Asamblea.
  Sí —¿lo sabría el agente?—. Y eso ¿me impide pasar por aquí?
  Tienen que marcharse—. Estupenda respuesta.
A estas alturas había nueve policías tratando de hacerles una envolvente a los tres peligrosos docentes armados con camisetas; la concentración, que prácticamente estaba disuelta, se reagrupó e intentó cruzar por otra acera; la policía, que lo vio, salió a su encuentro y les cortó el paso en otro semáforo; los nueve susodichos y uniformados llevaron a los encamisetados hasta donde estaba el resto para vivir el último episodio de la aventura. En esto llegó el mandamás de los de azul, que resolvió con argumentos de peso:
  Cuando les llegue el expediente de denuncia ya podrán hacer las alegaciones que estimen pertinente.
  Y ¿cuál será el motivo de la denuncia?
  Que estaban incumpliendo la normativa vigente.
  ¿Me puede indicar cuál es la norma que hemos infringido?
  Yo no soy abogado. Ya lo verán cuando les llegue la denuncia.
  ¡Qué educación!
  La que me dieron en un colegio público.
  Lo dudo mucho.
Y de este modo nuestros compañeros obtuvieron una serie de valiosas lecciones merced al buen hacer de aquellos hombres vestidos de azul. A saber: que tres personas en la calle son una multitud concentrada; que es subversiva y peligrosa una camiseta verde que reclama un derecho fundamental; que ir así vestido atenta contra el decoro y las instituciones públicas; que no es de personas decentes pararse ante un semáforo en rojo; que la policía no tiene por qué conocer la norma de cuyo incumplimiento te acusa; que no se pregunta por qué; que, efectivamente, seguimos necesitando la Escuela Pública de tod@s para tod@s.

1 comentario:

  1. seguro q estudiaron en un colegio...?? a lo mejor se creia q como ellos iban de azul y vosotros de verde erais rivales...no les pidais mas q no llegan a mas!!

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