martes, 28 de febrero de 2012

envidia

Estos días, entre los almendros, tímidos, florece también la envidia.

Muero de envidia cuando veo a los estudiantes valencianos en la calle, conscientes de lo que está pasando, preocupados y ocupados en lo que es de todos y peleando por ello. 

Llueve la envidia cuando veo imágenes de claustros aún unidos y convencidos de que es más lo que los une que lo que los separa. 

Me ahoga la envidia viendo a padres y madres en un instituto madrileño de San Blas reivindicando el derecho negado a sus hijos, y a los profesores de sus hijos a expresarse, a concentrarse, a protestar y solidarizarse con los estudiantes valencianos.

Me puede la envidia hoy cuando asisto a un concierto del programa 'Adopta un músico' de la Comunidad de Madrid. Y no por la experiencia de profes y alumnos, que también; no por tocar en el Auditorio Nacional, que por supuesto; no por la experiencia fantástica de unos adolescentes entregados a la música y fundidos con sus profesores y con los maestros de la orquesta. No. Si me puede la envidia es porque, al acabar el concierto, los alumnos de uno de los centros públicos se levantan su uniforme y muestran sus camisetas verdes y se funden con sus profes y sus familias en un clamor por la escuela pública.

Dejadme manipular a Huidobro y decir que la envidia, cuando no da vida, mata. Quiero que esta envidia sea energía, quiero saber que podemos construir aún con nuestros alumnos para ganarlos para su futuro, para que sepan de verdad que estamos con ellos y por ellos. Quiero pensar que esos compañeros que se han rendido, o que están terriblemente cansados, no han arrojado del todo la toalla, y que cada uno desde donde pueda y en lo que pueda, hará lo que pueda. Pero me gustaría hacerles llegar que también estamos con ellos y que sabemos que ellos están con nosotros. Os necesitamos al lado, a cada uno en la manera en la que pueda. Me gustaría que las familias, y más en un centro hecho gracias a la unión vecinal, sintieran el centro como un núcleo para entendernos y apoyarnos, un núcleo de cultura, de educación, y de política, sí, en el más noble sentido de la palabra, el de construir nuestro futuro y decidir lo que queremos para esta polis tan vapuleada.

Necesitaba fuerza, necesitaba esta envidia que me empujara a creer que aún podemos. Juntos, podemos.

Ánimo a todos, y escuela pública.

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