En estos días
termino de leer un libro iluminador y fantástico, lleno de terrible actualidad
y radical en la defensa de la libertad de conciencia y en la lucha contra el
pensamiento único. Se trata de Castellio
contra Calvino, una obra que Stefan Zweig escribió en 1936. La peripecia se
refiere a personajes alejados de nosotros, del siglo xvi, y la obra se firmó
hace más de setenta años, pero tiene toda su vigencia en los tiempos que corren,
y me parece altamente recomendable para despertar conciencias dormidas y ayudar
a mantenernos alerta.
Cada época sufre
su propio pensamiento único y la violencia de aquéllos que intentan imponerlo más
allá de la razón y la voluntad de sus contemporáneos. Quizá no está tan lejos
la crueldad de Calvino de la de los omnipotentes ‘mercados’, o de la de cierta
forma de hacer política que desprecia la soberanía popular y actúa de forma
soberbia y despótica.
“Matar a un
hombre no es defender una doctrina, sino matar a un hombre”. Así es como
Castellio sentencia a Calvino y desmonta sus argumentos ‘valedores’ de la
ejecución de Miguel Servet.
Castellio es
perseguido, silenciado, aparentemente vencido. Pero Zweig subraya que esa
derrota no es tal en la historia, y que los pasos dados por personas como el teólogo
francés son decisivos para la conquista universal de las libertades individuales
y los derechos de las personas.
Nuestros días
necesitan de gentes dispuestas a pelear, a trabajar sin descanso, a golpearse
contra la roca del poderoso que parece inexpugnable, pero que no es más que una
roca. Y la lucha es difícil, desigual, y a veces parece imposible. Pero es
imprescindible.
La edición de
Acantilado, muy cuidada y bien traducida, es estupenda. La prosa de Zweig,
directa y eficaz, tiene una fuerza narrativa y un vigor que te enganchan como
una novela. No os lo perdáis.
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Esta lectura me
ha traído a la memoria otra que hice hace ya diez años, pero que considero
también muy apropiada para la etapa difícil que nos ha tocado vivir. En este
caso es LTI. La lengua del Tercer Reich. Apuntes
de un filólogo, de Victor Klemperer. Este libro es un estudio detallado de
los mecanismos de uso del lenguaje por parte del Tercer Reich. La sistematización
del trabajo Klemperer empezó a llevarla a cabo estando preso en un campo de concentración,
lo que explica las siglas latinas que titularon su cuaderno, y que trataban de esconderlo de los alemanes, LTI, esto es, Lingua Tertii Imperii.
Como en el caso
del libro de Zweig, sorprende y resulta espeluznante su actualidad y vigencia. Espanta
el que mandatarios supuestamente demócratas utilicen las mismas tácticas que
utilizó en su día el nazismo y pone los pelos de punta pensar en que esto se
haga sin pudor y en nombre de la libertad. Por otro lado, encontrar este catálogo
sistematizado de estrategias, nos ayuda a desentrañar el lenguaje oficial vigente
y desenmascarar buena parte de las manipulaciones burdas o sutiles a las que se
nos somete.
Y también como
en el caso de Zweig, aunque podría dar la sensación de que nos encontramos ante
un ‘ladrillo’ de un erudito, el libro es además una joya literaria que se lee
estupendamente y que invita a devorarlo con fruición.
Espero que los
disfrutéis. A modo de caramelo, os dejo aquí un rincón de citas para invitaros,
también así, a su lectura.
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De Castellio contra Calvino:
“La posteridad
no podrá creer que, después de que ya se hubiera hecho la luz, hayamos tenido
que vivir de nuevo en medio de tan densa oscuridad". de De arte dubitandi, de Castellio, 1562.
"Toda
represión conduce tarde o temprano a la revuelta, pues la independencia moral
de la humanidad a la larga resulta -¡eterno consuelo éste!- indestructible.
Nunca hasta ahora ha sido posible imponer de modo dictatorial una única
religión, una única filosofía, una sola forma de ver el mundo a toda la tierra,
pues el espíritu siempre sabrá resistirse a cualquier servidumbre, siempre se
negará a pensar de una forma que le sea prescrita, a que lo conviertan en algo
vacío e insípido, a dejarse restringir y unificar. […] Ninguna época ha podido
ser tan bárbara, ninguna tiranía tan sistemática como para que algunos
individuos no lograsen escapar a la violencia ejercida sobre las masas y
defender el derecho a una opinión personal frente a los violentos monomaníacos
y a su verdad única."
"Es
necesario recordar una y otra vez al mundo, un mundo que sólo ve los monimentos
de los vencedores, que quienes construyen sus dominios sobre las tumbas y las
existencias destrozadas de millones de seres no son los verdaderos héroes, sino
aquellos otros que sin recurrir a la fuerza sucumbieron frente al poder, como
Castellio frente a Calvino en su lucha por la libertad de conciencia y por el
definitivo advenimiento de la humanidad a la tierra."
"Por lo
general, es necesario que pase algún tiempo hasta que un pueblo se dé cuenta de
que las ventajas temporales de una dictadura, su rígida disciplina y su
creciente empuje colectivo, se pagan siempre a costa de los derechos personales
del individuo y que inevitablemente cada nueva ley cuesta una vieja
libertad."
"El secreto
de Calvino no es nuevo. Se trata del mismo que emplean todas las viejas
dictaduras: el terror. No nos engañemos. El poder que no se amilana ante nada y
que hace escarnio de cualquier gesto de humanidad como si fuera una debilidad,
es una fuerza desmedida. Un terror estatal forjado de manera sistemática y
ejercido despóticamente paraliza la voluntad del individuo, disuelve y socava
cualquier comunidad. Como una enfermedad consuntiva va corroyendo las almas. Y
pronto -éste es su secreto último-, la cobardía general se convierte en su
ayudante y alcahueta, pues el sentirse cada uno sospechoso, hace que los demás
también lo sean y, por culpa del miedo, los miedosos se adelantan a las órdenes
y prohibiciones de sus tiranos aún con mayor solicitud."
Cita de
Castellio en 1551: "Buscar y decir la verdad, tal y como se piensa, no
puede ser nunca un delito. A nadie se le debe obligar a creer. La conciencia es
libre."
"Como el
organismo humano, que tras un malestar inicial, acaba por adaptarse a los
cambios climáticos y a unas condiciones de vida diferentes, también los pueblos
se acostumbran de modo sorprendentemente rápido a las nuevas formas de
dominación. Transcurrido un tiempo, la vieja generación que con amargura
compara un presente brutal con un pasado más feliz, empieza a morirse. Tras
ella, educada ya en la nueva tradición, ha ido creciendo una juventud que con
inconsciente naturalidad acepta los nuevos ideales como los únicos posibles."
"Nunca un
derecho se ha ganado para siempre, como tampoco está asegurada la libertad
frente a la violencia, que siempre adquiere nuevas formas. […] Pero es inútil
que los gobernantes crean que han vencido al espíritu libre por haberle sellado
los labios, pues con cada hombre nace una nueva conciencia y siempre habrá
alguien que recordará la obligación espiritual de retomar la vieja lucha por
los inalienables derechos del humanismo y de la tolerancia. Siempre habrá algún
Castellio que se alce contra cualquier Calvino, defendiendo la independencia
soberana de la opinión frente a toda violencia ejercida desde el poder."
De LTI. La lengua del Tercer Reich.
“El nazismo se
introducía más bien en la carne y en la sangre de las masas a través de
palabras aisladas, de expresiones, de formas sintácticas que imponía
repitiéndolas millones deveces y que eran adoptadas de forma mecánica e
inconsciente.”
“El dístico de
Schiller sobre la 'lengua culta que crea y piensa por ti' se suele interpretar
de manera puramente estética y, por así decirlo, inofensiva. Un verso logrado
en una 'lengua culta' no demuestra el talento poético de quien ha dado con él;
no resulta muy difícil darse aires de poeta y pensador en una lengua altamente
cultivada.”
“Pero el
lenguaje no sólo crea y piensa por mí, sino que guía a la vez mis emociones,
dirige mi personalidad psíquica, tanto más cuanto mayores son la naturalidad y
la inconsciencia con que me entrego a él. ¿Y si la lengua culta se ha formado a
partir de elementos tóxicos o se ha convertido en portadora de sustancias
tóxicas? Las palabras pueden actuar como dosis ínfimas de arsénico: uno las
traga sin darse cuenta, parecen no surtir efecto alguno, y al cabo de un tiempo
se produce el efecto tóxico. Si alguien dice una y otra vez 'fanático' en vez
de 'heroico' y 'virtuoso', creerá finalmente que, en efecto, un fanático es un
héroe virtuoso y que sin fanatismo no se puede ser héroe. Las palabras
'fanático' y 'fanatismo' no fueron inventadas por el Tercer Reich; este sólo
modificó su valor y las utilizaba más en un solo día que otras épocas en varios
años. Son escasísimas las palabras acuñadas por el Tercer Reich que fueron
creadas por él; quizá, incluso probablemente, ninguna. En muchos aspectos, el
lenguaje nazi remite al extranjero, pero gran parte del resto proviene del
alemán prehitleriano. No obstante, altera el valor y la frecuencia de las
palabras, convierte en bien general lo que antes pertenecía a algún individuo o
a un grupo minúsculo, y a todo esto impregna palabras, grupos de palabras y
formas sintácticas con su veneno, pone el lenguaje al servicio de su
terrorífico sistema y hace del lenguaje su medio de propaganda más potente, más
público y secreto a la vez.”
vale. josé carlos pino jiménez